lunes, 9 de enero de 2012

Individuo y sociedad (Parte I)



Innatismo versus ambientalismo.

“A pesar de que, indudablemente, somos seres biológicos en una parte, los humanos necesitamos de la socialización para SER. El ser humano, nace con una organización cerebral prácticamente inactiva, y debe vivir con otros seres humanos para que se active su genoma”. De esta manera, para entender el proceso de socialización es preciso conocer los postulados de las concepciones innatistas y ambientalistas. 

Según el innatismo nuestra herencia biológica nos condiciona, sin embargo, debemos pensar que verdaderamente el desarrollo psicológico de las personas no está prefigurado en su dotación genética sino que es producto de la interacción entre las posibilidades de esa dotación y las experiencias, personas y objetos con las que se entra en relación a lo largo de la vida, es decir, las personas vamos adquiriendo los instintos de supervivencia y relación a través de la imitación, NO ESTAMOS BIOLÓGICAMENTE CONDICIONADOS, sino que aprendemos a SER a través de la relación con los demás. 

Por su parte, según el postulado ambientalista son otros los factores los que influyen en el proceso de socialización, tales como el entorno y la cultura en los que se desarrolla el individuo. Pero claro… ¿verdaderamente debemos mover a las personas de los entornos en los que se encuentran porque son los culpables de la desadaptación? Teniendo en cuenta este postulado podríamos pensar en el ejemplo característico de un chico perteneciente a un barrio delictivo y degradado que está totalmente integrado en la sociedad y no puede ser considerado un desadaptado social, en contraposición por ejemplo con otros chicos de su barrio que si lo están pero que realmente no tienen por qué ser desadaptados por el simple hecho de pertenecer a ese determinado barrio y no otro. Y es que desadaptados sociales hay tanto en Los Remedios como en Los Pajaritos, pudiendo ser la variable entorno y cultura, un posible factor pero no el determinante de esa desadaptación como bien se podría apreciar en el caso del “desadaptado” del barrio primeramente mencionado.

Los grupos, roles y ritos de paso. 

Los individuos necesitan del grupo para poder desarrollarse. Cómo se generan y se mantienen esos vínculos, y cómo el desarrollo de los individuos está condicionado por la sociedad en la que viven, se produce en el proceso de socialización. 

La necesidad de vivir en grupo, de ser aceptados por éste, le da al grupo un importante poder de sujeción al individuo. Cuando una persona se desvía de la norma, de lo que es común, enseguida se generan mecanismos de control, como el murmurar, la ridiculización y la coerción física. Sin embargo, ésta última en especial, no es un mecanismo que favorezca que los individuos no quieran apartarse de la norma, es decir, que su “identidad” se aproxima a la identidad de la media. Y es que son muchas las personas que asocian la identidad a una dimensión natural de los individuos, pero en realidad la adquisición de la identidad es algo muy complejo en lo cual tiene que ver mucho lo que hace el individuo, la actividad que desarrolla. Es en este sentido en el que el proceso de socialización está muy influenciado por la teoría de los “roles”, los cuales son los papeles definidos socialmente e interpretados por los individuos. Ahora bien, es preciso que tengamos en cuenta que las relaciones sociales y las interacciones que se producen en la sociedad no son algo improvisado sino que responden a unas estructuras y en base a las funciones que desempeñemos dentro del grupo. Cumpliendo estas relaciones unas expectativas. 

La vida de un individuo es una sucesión de roles, que siempre va cargada de emociones y sentimientos confeccionando de esta forma, su identidad. Los sujetos toman conciencia de ellos a partir de los tres años y el ejercicio de los roles conlleva también una serie de comportamientos que los caracteriza como tal y que la mayoría acepta. Sin embargo, el individuo va pasando por el ejercicio de distintos roles (por ejemplo, de llevar a cabo el rol de hijo, en un momento determinado de su vida, pasa a desarrollar el rol de padre), es dentro de este contexto donde entran en juego los ritos de paso, que constituyen “un momento clave de cambio de papel” y una “ritualización de ese cambio de rol”. El ritual de paso es un proceso en el que se abandona un rol y se comienza el ejercicio de uno nuevo, y que tiene como objetivo que la persona asuma dicho cambio y que el resto de la sociedad lo reconozca y también actúe en consecuencia con el mismo. Actualmente, sin embargo, las sociedades han producido una descodificación en estos ritos, perdiendo a la vez vigencia. La consecuencia de esto es que en muchas ocasiones, se desconoce el cambio de rol y los individuos dejan de tener claro qué expectativas han de responder al resto de la sociedad. Ello me hace pensar por ejemplo en algo que actualmente, y de manera muy común, podemos apreciar, esos “grandes adolescentes” que con treinta años siguen viviendo con sus padres y se pasan las horas y horas jugando a la consola, vistiendo con gorras del revés y pantalones anchos, y mostrando con ello, tal y como muchos tienden a llamar, una importante “crisis de identidad”. 

Por último, y a modo de conclusión de esta entrada, el sentimiento de pertenencia a un grupo es esencial a la naturaleza humana, pero no sólo es exclusivo a la misma, vemos como desde el más diminuto ser del reino animal hasta la más grande especie del mismo sigue existiendo ese sentido de la unidad y de la pertenencia, en tanto en cuanto, el grupo influye de una manera muy importante en la construcción de la identidad, porque los individuos necesitan del mismo para desarrollarse, y es que como diría Aristóteles, “el hombre es un ser social por naturaleza”. 


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