viernes, 20 de enero de 2012

Enseñanza Básica (11 de Enero)

Nuevas formas y nuevos modelos de intervención en inadaptación social.

En las dos últimas décadas se ha producido un fuerte revisionismo de los modelos tradicionales de intervención a raíz del movimiento “Nothing Works”, acuñado por Martinson en 1974.

En los años 70, en EE.UU., un gran descontento se apropió de la comunidad científica y de los profesionales del ámbito de la desadaptación social. Todas las acciones e intervenciones que se habían estado emprendiendo con la finalidad de prevenir o paliar el problema de la desadaptación no estaban dando los resultados que se esperaba.

Todo esto generó, por una parte, un gran pesimismo y desconfianza hacia cualquier tipo de intervención y, por otra, sirvió como detonante de la acción investigadora que no se resignaba a esos planteamientos. Así las investigaciones de Ross y Fabiano (1985) consiguieron transformar la idea de Martinson de “casi nada a funciona” a “lo que funciona”.

Estos autores se dieron cuenta de que había intervenciones que sí funcionaban y daban buenos resultados. El reto era descubrir qué había de diferente entre los programas que se revelaban efectivos y los que no lo eran. Con ello, estos autores señalan que “un factor que es fundamental en la diferencia entre programas que funcionan y programas que no funcionan es la conceptualización del desadaptado o de la conducta desadaptada en que tales programas se basan” (Ross y Fabiano, 1985:5)

Ross y Fabiano identifican las causas iniciales de la problemática, los detonantes, pero su defecto está en que asumen que esas causas iniciales continúan actuando en el momento presente. Y es que el factor clave está en comprender cómo se pasa de esas causas iniciales a la situación problemática actual que es la que hay que cambiar, es decir tenemos que comprender el proceso.

A lo largo del proceso de socialización el individuo va adquiriendo habilidades de tipo cognitivo que le permiten interaccionar, de una manera positiva, con su medio y con los demás. Si durante este proceso, el niño no está en contacto con patrones conductuales e influencias sociales adaptadas, ese niño difícilmente va a aprender el uso de esas habilidades. Es por esto, por lo que debemos actuar sobre las causas intermedias que están manteniendo la problemática.

Ross y Fabiano identifican esas habilidades cognitivas y atribuyen a su déficit el status de causas intermedias o mantenedora de la desadaptación:

1.  Autocontrol (“que sean dueños de sus actos”)

2. Estilo cognitivo, lo que han aprendido desde pequeños es lo que permanece en su comportamiento.

3. Locus de control. Las personas que están desadaptadas, localizan la causa de sus males fuera de ellos, no culpándose nunca a sí mismos como fuente de sus problemas, por lo que no tienen control sobre su situación.

4. Percepción social. Estas personas normalmente no perciben que su entorno sea justo, porque la percepción que tenían sobre el mismo no es la adecuada.

5. Empatía. Tienen poca capacidad para ponerse en el lugar del otro.

6. Habilidades para la resolución de problemas interpersonales:

-Conciencia del problema, estas personas tienen dificultad para comprender los problemas. Concienciarles sería la solución.  
-Pensamiento alternativo, no son capaces de pensar de otra manera.
-Pensamiento medios-fines, no saben poner en relación los medios para conseguir aquello que quieren.
-Pensamiento consecuente. No son capaces de ver las consecuencias que tienen sus actos.
-Pensamiento, causas-efectos sociales. No son conscientes de la repercusión que tienen sus actos en la sociedad y que efectos provocan los mismos.

Estos autores se aferran a la idea de que una mejora en el funcionamiento cognitivo se traduce en un mejor ajuste social. En consecuencia, a partir de ahí elaboran su Modelo para la Rehabilitación, y señalan como factores claves en aquellos programas que funcionaban, los siguientes:

1. El tipo de técnicas de intervención que se aplican.
2. El perfil de los profesionales.
3. La naturaleza de las relaciones entre los profesionales y los individuos que siguen el programa.
4. El grado en que se atienden los factores sociales y económicos del sujeto.
5. La intensidad y duración de los programas.

Por tanto, la clave del éxito de los programas que identificaron como efectivos no estaban únicamente en el contenido de los mismos (las habilidades cognitivas del sujeto), sino también en cómo se abordan esos contenidos, en quién los aborda, en la dinámica relacional que se establece y sobre todo en la atención a la situación social del “sujeto problemático”.

Por último, y ya como conclusión, en mi opinión lo más importante a la hora de intervenir es que esa persona quiera cambiar y sea consciente de ello, porque si verdaderamente no ve o no quiere entender las repercusiones de sus actos, de sus comportamientos etc., todo aquello que queramos hacer será en vano. En este sentido, “todos podemos cambiar o no hacerlo, de todo podemos sacar una lectura positiva o negativa”, lo importante es lo que queramos nosotros…


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