martes, 10 de enero de 2012

Individuo y sociedad (Parte II)


Tipos y fases del proceso de socialización.

No todos los individuos de una sociedad pasan por el mismo proceso de socialización. Si bien, la socialización es el proceso de incorporación de un individuo a la sociedad, dicha incorporación va a depender del lugar a ocupar por el individuo en la sociedad. Pues bien, cuando estas posiciones o “lugares” son diversos y además hay algún tipo de jerarquía entre ellos, entonces el proceso de socialización se diversifica y se especializa en función de esta jerarquía, dando lugar a la socialización diferencial. Dentro de esta socialización diferencial se podría destacar el ejemplo de la socialización que recibe el hombre con respecto a la mujer.


En cuanto a las partes de la socialización, podemos distinguir las siguientes:

-La socialización primaria, que es la básica y la primera que se realiza. Es la que pone, por decirlo de alguna manera, los cimientos de la personalidad del individuo y de su adscripción al grupo.

Se da en los primeros años de vida, en los que la interacción con los adultos, así como también la confianza y seguridad de los mismos, son fundamentales para que ese niño encaje en la sociedad. Además, los vínculos que se generan con las personas del entorno, son vínculos afectivos, muy fuertes y duraderos.

El aprendizaje del lenguaje, es fundamental en esta etapa. Y es que el lenguaje no es sólo un código de comunicación, sino una forma de traducir el pensamiento en comunicación y, también un dispositivo de transmisión cultural.

-La socialización secundaria. Sobre la base de la socialización primaria, si ésta está bien hecha, surge la socialización secundaria, que es la incorporación de nuevas rutinas, de interacciones con otros adultos, de nuevos roles y de nuevas instituciones en la vida de los individuos. A diferencia de la socialización primaria, el peso de las relaciones afectivas es mucho menor, y por lo tanto los efectos no son tan duraderos, es más superficial y más reversible. El lenguaje que se tiene que adquirir es especializado, y además los individuos empiezan a gestionar la incertidumbre de la vida social y pueden llegar a cuestionar rutinas establecidas e incluso a sustituirlas por otras nuevas.

La socialización primaria y secundaria se lleva a cabo en las llamadas “agencias de socialización”. La familia es la agencia de socialización primaria por antonomasia y la escuela la agencia de socialización secundaria, sin embargo, actualmente han proliferado otras agencias de socialización secundaria como son los medios de comunicación de masas.

-Además, cabría destacar un tercer tipo de socialización denominada “resocialización”, que es cuando el individuo rechaza a sus referentes tradicionales para construir una nueva identidad. Y es que hay casos en los que una socialización primaria mal ejercida, con roles familiares poco claros, negligentes o inexistentes, constituyen una casa sin cimientos para propiciar esa socialización secundaria. Sería aquí donde entraríamos en juego como educadores sociales, contribuyendo de alguna manera a afianzar esos cimientos y “reeducar”, en cierta medida, a ese individuo.

Para finalizar esta entrada, creo que sería interesante que reflexionáramos sobre el mundo en el que vivimos y sobre la idónea e idealizada socialización, ya que actualmente parece que hemos olvidado nuestros valores, nuestra identidad y que nos adaptamos a todo, que nada nos importa y si a alguien no le gusta nuestra principios, como diría Groucho Marx, “no se preocupen tenemos otros”. Y es que consideramos correcta una y no otra socialización, un determinado comportamiento y no otro, pero en algún momento de nuestro camino hemos olvidado que aquello que estamos aceptando como algo bueno realmente no lo es, y no lo es hasta el punto de que lo aceptamos, interiorizamos y transmitimos, sin saber verdaderamente quiénes somos y qué está bien y que no. Porque nosotros somos parte del problema y para poder ayudar a los demás debemos ser conscientes de ello e intentar buscar una solución, para que luego seamos capaces de poder entender al otro, ya que de ninguna manera podremos intentar “reconvertir” a alguien si no somos capaces de hacerlo con nosotros mismos.


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